El papa Francisco aseguró este domingo que la Iglesia católica «está abierta a todos, también a los homosexuales» y que «luego cada uno elige a Dios por su propio camino», en la rueda de prensa en el vuelo de regreso de Lisboa para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El papa respondió sobre sus palabras durante la JMJ donde en un par de ocasiones habló de la Iglesia que debe ser abierta «a todos, todos, todos».
«Todos eligen a Dios por su propio camino y la Iglesia los guía. A mí no me gusta decir a unos sí a otros no. Cada uno busca la manera de ir adelante», dijo Francisco.
Y agregó que «no se puede decir que a los homosexuales no» y a otros sí porque «el Señor es claro, no se distingue entre enfermos y sanos, viejos y jóvenes o guapos y feos». Y agregó: «Esto no es una empresa a la que se tiene que autorizar para entrar».
«No me gustan las reducciones, no es cristiano», afirmó.
Las declaraciones del Papa se produjeron en respuesta a un periodista que preguntó cómo Francisco puede decir «todos» cuando las personas LGBTQ y las mujeres están excluidas de los sacramentos. La respuesta fue abstracta, señalando en referencia a la cuestión de la ordenación o el matrimonio homosexual que aunque la iglesia tenga leyes, no significa que la iglesia esté cerrada a esas personas. Por el contrario, dijo, deben ser acompañados por la iglesia.
Desde su famosa declaración de 2013 «¿quién soy yo para juzgar?» cuando le preguntaron por un sacerdote que según reportes era gay, Francisco ha seguido dirigiéndose de forma reiterada y pública a las comunidades homosexual y trans.
En una entrevista reciente con la revista española Vida Nueva, Francisco volvió a reiterar que «los transexuales son hijos de Dios». «El Evangelio es para todos. Es un principio que me mueve mucho y que es mi filosofía. Jesús dice: ‘Vayan a traerme a todos, sanos y enfermos, justos y pecadores’. A todos. Y acá adentro vienen todos. Si la Iglesia no tiene esto que Jesús le enseñó, no es Iglesia. Todos tienen que sentirse dentro, que ser acogidos dentro. No podemos claudicar de eso, porque el Señor nos lo enseñó», dice el papa en esta entrevista.
Y añadía: «Por eso, no me preocupa que algunos me echen en cara que recibo en la audiencia general de los miércoles a transexuales».
En enero pasado, el papa criticó las leyes que criminalizan la homosexualidad como «injustas», dijo que Dios ama a todos sus hijos tal y como son y pidió a los obispos católicos que apoyan esas leyes que acojan a las personas LGBTQ en la Iglesia.
«Ser homosexual no es un delito», dijo entonces durante una entrevista con The Associated Press. En la conversación, Francisco reconoció que los obispos católicos en algunas partes del mundo apoyan las leyes que criminalizan la homosexualidad o discriminan a la comunidad LGTBQ, y se refirió a la homosexualidad como un «pecado». Sin embargo, atribuyó esas actitudes a contextos culturales y dijo que los obispos en particular también deben pasar por un proceso de cambio para reconocer la dignidad de todos.
Unos 67 países o jurisdicciones de todo el mundo penalizan las relaciones sexuales consensuadas entre personas del mismo sexo y 11 de ellos pueden aplicar o aplican la pena de muerte, según The Human Dignity Trust, que trabaja para acabar con esas leyes. Los expertos señalan que incluso cuando las leyes no se aplican, contribuyen al acoso, la estigmatización y la violencia contra las personas LGBTQ.
BREVE REFERENCIA A SU SALUD
Las declaraciones del Papa se produjeron durante una rueda de prensa de 25 minutos a bordo del avión en el que regresaba a Roma tras un viaje de cinco días a Portugal para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, un importante festival católico de la juventud en el que más de 1,5 millones de peregrinos se unieron al Papa durante la misa dominical final.
El papa, de 86 años, que realiza el 42º viaje internacional de su papado y el primero desde que se sometió a una inesperada operación de hernia en junio, dijo a los periodistas que le habían quitado los puntos tras la intervención y que goza de buena salud y lleva una «vida normal.»
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