Hace casi dos años, el intendente Adalberto Delfino Papp anunciaba con gran entusiasmo el proyecto de construcción de un Parque Autódromo en Villa Ángela, una propuesta que, según sus palabras, traería desarrollo económico, turismo y empleo para la ciudad. Sin embargo, a casi 24 meses de aquel anuncio, los habitantes de la ciudad siguen esperando. Hoy, la promesa parece ser solo eso: palabras vacías que nunca se han traducido en hechos concretos.
Desde el anuncio inicial, que captó la atención de miles de villángelenses, los avances han sido nulos. Si bien el proyecto se presentó como una gran oportunidad para posicionar a Villa Ángela como un destino para el automovilismo regional y nacional, no se ha observado ningún movimiento en los terrenos destinados para la construcción, solo un banner gigante y algunos metros de alambre, pero no el inicio groso de las obras. Las expectativas crecieron, pero la realidad se mantiene estancada.
La falta de avances y la ausencia de comunicación clara sobre el estado del proyecto ha generado malestar en la comunidad. La promesa del autódromo, que se decía sería un motor de crecimiento para la región, parece haberse diluido en promesas incumplidas. ¿Qué pasó con los recursos? ¿Cuáles fueron los obstáculos que impidieron que el proyecto avanzara? Esas preguntas siguen sin respuesta, y la falta de transparencia ha alimentado la frustración.
Los ciudadanos de Villa Ángela, que confiaron en la propuesta, se sienten engañados por un gobierno local que no ha cumplido con su palabra. El proyecto del autódromo no es solo una obra de infraestructura; es también un símbolo de la falta de gestión y de un gobierno que no ha sabido transformar las ideas en realidades tangibles. Mientras tanto, las oportunidades de desarrollo y las inversiones que podrían haberse generado con un proyecto como este se desvanecen con el paso del tiempo.
Es importante que el intendente Adalberto Papp y su equipo de trabajo se hagan responsables de este incumplimiento. La comunidad tiene derecho a saber las razones por las cuales este proyecto, que prometía tanto, sigue siendo solo un sueño sin materializar. Casi dos años de espera son suficientes para pedir una respuesta clara y un compromiso serio para que la obra avance, o en su defecto, una explicación honesta sobre lo que sucedió.
El autódromo no solo representaba una gran esperanza para el futuro de Villa Ángela, sino también una muestra del tipo de liderazgo que se esperaba de sus autoridades. Hoy, esa esperanza está desvaneciéndose, y con ella, la confianza en quienes prometen, pero no cumplen.
Qué pasará con las 56 hectáreas?