La cultura, ese motor esencial que impulsa la identidad, el desarrollo social y el bienestar de una comunidad, parece estar naufragando en Villa Ángela bajo la gestión de quienes, lejos de valorarla, la relegan a la improvisación y al descuido.
Los reclamos son numerosos: eventos mal organizados, artistas y hacedores culturales locales ignorados, falta de inversión en infraestructura cultural y una preocupante desconexión entre quienes toman decisiones y las necesidades reales de la comunidad. La cultura no es un lujo ni una herramienta política; es un derecho y una responsabilidad que debe ser gestionada con seriedad y conocimiento.
La incompetencia en este ámbito tiene consecuencias profundas. No solo limita las oportunidades de crecimiento artístico, sino que también empobrece el tejido social, dejando a los jóvenes sin espacios para expresarse y a la población sin acceso a una oferta cultural de calidad.
Es hora de exigir una gestión cultural comprometida, profesional y sensible, que escuche a la gente, valore el talento local y reconozca la cultura como el pilar fundamental que es. Porque la cultura no puede estar en manos de quienes no comprenden su importancia.