Tras las últimas lluvias registradas en la ciudad (80mm), vuelve a instalarse un discurso peligroso: “en unas horas el agua baja”. Una frase que busca minimizar una realidad que golpea cada vez a más vecinos y que, lejos de ser circunstancial, se repite con mayor frecuencia e intensidad.
Luego de cada temporal, aparecen voces —algunas por fanatismo, otras por conveniencia o por no verse directamente afectadas— que intentan naturalizar los anegamientos. Pero la realidad es otra: el agua ya no afecta solo a los mismos sectores históricos, sino que avanza sobre nuevos barrios.
Es cierto, en muchos casos el agua permanece solo algunas horas. Pero esas horas alcanzan para destruir muebles, arruinar pisos, electrodomésticos y provocar pérdidas económicas enormes para familias que lograron esos bienes con años de esfuerzo. Nada de eso es menor ni “normal”.
Naturalizar la inoperancia estatal, justificarla con frases como “por algo la gente los elige”, o desviar el debate hacia si los vecinos pagan o no impuestos, no soluciona el problema de fondo. Tampoco alcanza con exhibir compras históricas de maquinarias, dinero a plazo fijo si, en los hechos, los daños siguen ocurriendo lluvia tras lluvia.
Lo que queda en evidencia es una falta de planificación urbana seria y sostenida. Faltan obras estructurales, estudios hidráulicos actualizados y, sobre todo, trabajo coordinado con otros organismos para que el escurrimiento del agua sea real y no termine sorprendiendo a zonas que antes no se inundaban.
Tal vez no toda la responsabilidad recaiga en la actual gestión, pero lleva más de diez años en el poder, y la paciencia social tiene un límite. Quien fue elegido por el voto popular debe recorrer los barrios, escuchar a los vecinos y nutrirse de las problemáticas reales, no solo de informes de escritorio o relatos edulcorados.
La ciudad necesita decisiones, planificación y acciones concretas. El agua que entra a una casa no entiende de excusas, relatos ni justificaciones políticas. Entiende de obras que no están, de desagües que no alcanzan y de una planificación que sigue siendo una deuda pendiente con los villangelenses.

