En las últimas horas, la ciudad fue testigo de una inauguración: un portal con un mural artístico que embellece y da identidad a uno de los accesos. Sin embargo, lo que debía ser una celebración cultural se transformó en un hecho bochornoso y vergonzoso.
Días antes del acto oficial, las redes sociales compartían con entusiasmo las imágenes de la obra en plena ejecución. En ellas, claramente se veía la firma del artista local que con años de trayectoria, cientos de capacitaciones y compromiso con la comunidad, dejó su impronta en cada trazo del mural. Pero el día de la inauguración, la firma desapareció misteriosamente.
Sí, borraron la autoría del artista
¿Es esta la forma en que se valora el trabajo artístico? ¿Creen que por pagar una obra, el derecho a la identidad del autor también se compra? Esta decisión, absurda y profundamente irrespetuosa, desnuda una vez más la precariedad con la que se manejan las políticas culturales en Villa Ángela.
No es la primera vez que se intenta invisibilizar al verdadero protagonista de una obra. Y lo más doloroso es que esta acción no fue un error. Fue una elección. Alguien decidió que el nombre del artista no debía estar.
Este tipo de atropellos son inadmisibles. Porque el arte no se alquila ni se borra. Se reconoce, se respeta y se celebra.
Es urgente que desde el área de Cultura den explicaciones claras y públicas, no solo al artista damnificado sino a toda una comunidad que apuesta al desarrollo cultural como un eje de identidad y transformación social.
Villa Ángela, te queremos, te celebramos, pero no así. No cuando a los artistas se los borra como si fueran un estorbo. No cuando se invisibiliza a quienes construyen desde el arte la memoria de un pueblo.